De su estética se destaca precisamente eso, que sea una berlina con trazos que evocan al auto de hace 50 años, sin dejar de lado su modernidad.
Su parte delantera muestra una imponente parrilla de forma rectangular, enmarcada por las enormes luces principales verticales.
Como en el carro original, el concepto también tiene una buena dosis de cromo por todas partes.
El diseñador quiso que las dimensiones del modelo nuevo no distaran prácticamente nada de las del carro base, tanto en longitud, ancho, altura y distancia entre ejes.
Se hizo énfasis en que el parecido con el auto clásico fuera también en su interior, el cual denota la ausencia de piezas decorativas.
Cada detalle se trabajó meticulosamente. Por ejemplo el volante cuenta con la inserción metálica característica del modelo de 1968.
El tablero es tan minimalista como el del auto de hace cinco décadas. El toque moderno lo aporta una enorme pantalla digital entre la consola central y el cuadro de instrumentos.
La ambientación de la cabina a nivel de sonido la hace el sistema multimedia MBUx de Mercedes-Benz.
Aunque la aceptación de este prototipo de Clase E futurista ha sido amplia, no se vislumbra todavía su producción.